miércoles, 12 de octubre de 2022

12 DE OCTUBRE



LA COMUNIDAD PARROQUIAL DE SAN LAMBERTO OS DESEA FELIZ DÍA DE LA PILAR



sábado, 8 de octubre de 2022

El pasado domingo 2 de octubre, la comunidad parroquial dio el último adiós a nuestro querido hermano José Manuel  



Queremos compartir con los que no pudisteis asistir o queréis verlo de nuevo, el vídeo con el que la comunidad lo recordó al finalizar la Eucaristía en la que agradecimos a Dios el regalo de su presencia.




También compartimos el texto de la homilía que él mismo escribió para su despedida


HOMILÍA

Ya estoy a las puertas del sepulcro, ya oigo mi nombre de boca del Rabboni, del Maestro. Ya se, muerte, que eres insignificante y pequeña. Sé que me lloráis, pero he llegado donde siempre he querido estar.

Yo soy la gota de agua que cae en el profundo e inmenso mar del amor de Dios. Ya no soy gota, soy agua. Ya estoy con el Misterio. Ya soy el Misterio. Ya estoy con todos los que han gozado y sufrido, soy ellos y vosotros y el Cosmos y el todo, quizá también la nada.

¿Qué es la vida?¿Cuál es el Misterio? La vida es trabajar para vivir, intentar que el mundo no se te coma y trabajar los afectos. Toda la ternura que he recibido en esta vida ha sido gracias a cada uno de vosotros. Cristo Jesús, mi Señor, ha sido muy generoso conmigo.

No tengáis miedo, no es terrible, no es el final del camino, ni siquiera va a ser la etapa más larga. Da igual que creáis en Dios, lo importante es que Él si cree en vosotros, y solo su ternura y su belleza hacen soportable nuestra existencia.

La canción última del funeral dice:

      Podemos vivir sin riquezas,  casi sin un duro,
        Pero no se podría vivir sin ternura,
        Podemos vivir son gloria, que no prueba nada.
        Pero no sin ternura.
        La ternura es la dulce debilidad, el sentimiento más bello.
        Sin ternura no podemos hacer nada, no podemos vivir.
        El amor sin ternura no sería nada, no.
     Cuando la vida implacable nos cae encima no somos más que pobres diablos desechos .
        Sin la ternura de un corazón que nos sostenga no podríamos ir muy lejos.
        Con la ternura se marcha la tristeza, ¡Ay! Dios mío, mi Dios, Dios mío.
        En vuestra inmensa sabiduría e inmenso entusiasmo, haz que llueva sin cesar en nuestros corazones mares de ternura para que reine el amor hasta el final de nuestros días.


Habéis sido mi sostén en las horas de duda y en mi última hora. Doy gracias a  Dios porque me he dejado querer y he sabido querer, y ahora ya me abandono en la inmensa ternura de Dios porque Dios es ternura. Nos esperamos en la casa del Padre





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