En momentos, como los actuales, en los que el sufrimiento acecha en el dolor de tanta gente a la que queremos y araña la esperanza, es cuando volvemos la vista a Dios buscando la ayuda que necesitamos. Sin embargo la experiencia nos enseña que nuestras peticiones de la salud de nuestros enfermos quedan muchas veces relegadas en un silencio que nos cuesta entender. Cuesta entender que la mente de Dios queda lejos de nuestra comprensión y de nuestro concepto de justicia distributiva. El evangelio está plagado de parábolas jesuíticas donde se enseña que este planteamiento es erróneo, pero nuestra angustia nos lleva por el camino de la incomprensión. "Si te conociera no serías Tú", dice la oración judía. Nuestra fe debe ir acompañada de esa pobreza de espíritu con la que el pueblo judío asumía la incomprensión de conocer los planes de Dios y a pesar de ello saberse asegurados en que su infinita bondad nos sujeta y nos sostiene aún en las experiencias más amargas.
Adjunto un pequeño fragmento de un texto del gran teólogo Johann Baptist Metz, recientemente fallecido. Espero que os sirva de reflexión y de ayuda. Un abrazo fraternal para todos.
Javier Cabeza
“…. En esta tradición se encuadra asimismo un rasgo fundamental de la mística de Jesús. La cual es, de modo singular, una mística del sufrimiento en razón de Dios. El grito de Jesús en la cruz en el grito de quien, sin haber sido nunca infiel a Dios, se ve abandonado por Él. A mi juicio, esto remite inexorablemente a la mística divina de Jesús, quien no rehúye la divinidad de Dios. En la cruz, aun sintiéndose abandonado por Dios, dice «sí» a un Dios que es bien distinto del eco de nuestros deseos, por muy ardientes que sean éstos; dice «sí» a un Dios que es más y distinto que respuesta a nuestras preguntas, por muy duras y apasionadas que sean éstas, como las de Job o, al fin y al cabo, las del propio Jesús. Dios no se acomoda. ¡El Dios que se adapta incondicionalmente a nosotros no existe! A un Dios así ya lo tachó de «ídolo» la ilustración bíblica. Por consiguiente, en caso de que se pueda contar con Dios, siempre habrá que hacerlo con un Dios que no se amolda…”
Johann Baptist Metz “Memoria passionis”

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